Al finalizar la jornada, a pesar de mi cansancio, mis ojos le buscaron.
En medio de la turba indiferente, me detuve a escuchar sus notas...miles de kilómetros de distancia le separan de América Latina, pero con su guitarra mantiene vivos los recuerdos del país que le vio nacer.
Estación de metro Barberini, Roma.
La noche siguiente, no le vi.
Lo extrañé a pesar de no conocerle.
Para mí, no había pasado desapercibido.
Fotografía de Irina Orellana, Estación de Metro Barberini, Roma.